¿Cómo afecta la menopausia a los pies?

¿Cómo afecta la menopausia a los pies?

La menopausia está marcada por los cambios hormonales que no solo provocan síntomas tan conocidos como los sofocos o los cambios de humor, sino que pueden afectar a todo nuestro organismo, incluidos los pies.

Índice

¿Qué problemas pueden surgir en los pies a causa de la menopausia?

1- Osteoporosis

Los estrógenos juegan un papel crucial en el mantenimiento de la densidad ósea, ya que inhiben la actividad de los osteoclastos, que son las células encargadas de descomponer el tejido óseo. Cuando los niveles de estrógenos disminuyen, como ocurre durante la menopausia, se acelera la pérdida ósea, lo que aumenta el riesgo de osteoporosis. Eso, a su vez, aumenta el riesgo de fracturas que pueden afectar también a los huesos del pie.

2- Aumento de la laxitud articular

Durante la menopausia, la producción de muchas hormonas, incluida la relaxina, disminuye de forma significativa. Esta hormona está principalmente activa durante el embarazo y en el ciclo menstrual, por lo que su nivel cae cuando cesa la función reproductiva.

La relajación de los ligamentos mediada por la relaxina puede disminuir con la menopausia, lo que podría causar una sensación de mayor rigidez en las articulaciones. Aunque la caída de los niveles de relaxina no es tan estudiada como la de los estrógenos, esta reducción podría contribuir a cambios en la flexibilidad y en el equilibrio de las articulaciones. Así, su disminución puede contribuir a la rigidez articular, la pérdida de elasticidad de los tejidos y posiblemente al deterioro óseo, sumándose a los efectos más evidentes de la disminución de los estrógenos.

3- Atrofias y desplazamientos de la grasa plantar

Durante la menopausia, los cambios hormonales, en particular la disminución de los estrógenos, pueden causar la atrofia y el desplazamiento de la grasa plantar en los pies. Estos cambios pueden afectar la salud de los pies y causar molestias o dolor al caminar.

La grasa plantar es una capa de tejido adiposo que se encuentra en la planta del pie y actúa como amortiguador al caminar o estar de pie. Con la disminución de los estrógenos durante la menopausia, puede haber una pérdida de esta capa de grasa, lo que provoca que las plantas de los pies tengan menos amortiguación. Esto puede resultar en mayor dolor y malestar, especialmente al caminar o correr.

Además de la atrofia, la estructura de los pies puede cambiar. La disminución de la elasticidad y el soporte de los ligamentos y tejidos conectivos pueden causar un desplazamiento de la grasa que amortigua los huesos del pie, lo que lleva a que la grasa se mueva o se redistribuya, dejando algunas áreas desprotegidas.

La pérdida o el desplazamiento de la grasa plantar aumenta la presión sobre los huesos y articulaciones del pie, lo que puede causar dolor en las plantas de los pies y un mayor riesgo de desarrollar condiciones como fascitis plantar (inflamación del tejido en la planta del pie) o metatarsalgia (dolor en la bola del pie).

Con la pérdida de grasa y cambios en la estructura de los pies, algunas mujeres pueden experimentar alteraciones en la forma de caminar o en su postura, lo que puede generar molestias no solo en los pies, sino también en las rodillas, caderas y espalda.

Por último, con menos grasa protectora, los pies se vuelven más susceptibles a lesiones como ampollas, callos, y daño por impacto en las articulaciones, especialmente en las personas que pasan mucho tiempo de pie o realizan actividades físicas intensas.

4- Sequedad de la piel

La reducción de estrógenos también puede hacer que la piel de los pies se vuelva más seca, lo que puede llevar a la formación de grietas y aumentar la susceptibilidad a infecciones como hongos.

Los estrógenos ayudan a retener la humedad en la piel, promoviendo la producción de colágeno y aceites naturales. Con la menopausia, la caída de los estrógenos reduce la capacidad de la piel para mantener su hidratación, lo que lleva a una mayor sequedad.

Asimismo, la piel produce menos aceites naturales durante la menopausia, lo que contribuye a que se vuelva más seca y menos flexible, afectando especialmente las áreas más expuestas a la fricción, como los pies.

Todo esto puede causar grietas, piel escamosa y áspera, callosidades, etc.

5- Cambio de crecimiento de la lámina ungueal

El crecimiento y la calidad de la lámina ungueal (la parte dura y visible de la uña) pueden verse alterados por las fluctuaciones hormonales de la menopausia.

Las uñas pueden volverse más frágiles y quebradizas debido a la pérdida de humedad y elasticidad en el cuerpo, una consecuencia de la disminución de los estrógenos. Esto puede manifestarse como uñas más delgadas, que se rompen o agrietan con facilidad.

En casos extremos de sequedad o fragilidad, puede ocurrir un desprendimiento parcial de la lámina ungueal, un fenómeno conocido como onicólisis, donde la uña se separa del lecho ungueal.

Durante la menopausia, es común notar la aparición de estrías verticales o surcos en la lámina ungueal. Esto puede deberse a la menor producción de queratina y a la alteración en el suministro de nutrientes a las uñas.

La fragilidad y los cambios en la estructura de la uña también pueden aumentar el riesgo de infecciones fúngicas (hongos) o bacterianas, ya que la uña dañada ofrece menos protección.

6- Pies hinchados

Los cambios hormonales pueden afectar la circulación sanguínea, lo que provoca retención de líquidos y, en consecuencia, hinchazón en los pies y tobillos, sobre todo a última hora del día.

7- Cambios en la estructura del pie

Algunas mujeres experimentan un cambio en la forma del pie debido a la pérdida de elasticidad en los ligamentos, lo que puede llevar a condiciones como pies planos o juanetes que causan dolor y molestias al caminar.

Consejos para prevenir y tratar estos problemas en los pies

- Usar zapatos con buena amortiguación y soporte puede ayudar a compensar la pérdida de grasa plantar y reducir la presión sobre los pies. Además, deben ser zapatos cómodos que no provoquen fricción excesiva o presión en los talones y plantas del pie puede prevenir la formación de callos y grietas.

- Las plantillas con soporte adicional pueden ayudar a redistribuir el peso y reducir el impacto en las áreas afectadas por la pérdida de grasa.

- Las actividades de bajo impacto, como la natación o el ciclismo, pueden ayudar a mantenerse activa sin sobrecargar los pies.

- Aplicar cremas hidratantes ricas en urea, ácido hialurónico o ceramidas puede ayudar a mantener la piel hidratada y a prevenir la sequedad extrema. Se recomienda aplicarlas especialmente después de la ducha.

- Hay que aplicar también aceites o cremas hidratantes específicas para uñas, como aceite de almendra o cremas con urea, para ayudar a mantener la humedad y prevenir la fragilidad.

- Usar exfoliantes suaves o piedras pómez puede ayudar a eliminar la piel muerta y permitir que las cremas hidratantes penetren mejor. Sin embargo, es importante no exfoliar en exceso para evitar irritaciones.

- Los baños de pies con agua tibia y aceites esenciales (como aceite de coco o almendras) pueden ayudar a suavizar la piel y restaurar la hidratación.

- Algunos suplementos, como la biotina (vitamina B7), el colágeno y otros nutrientes como el zinc, pueden mejorar la salud de las uñas al promover un crecimiento más fuerte y saludable.

- Seguir una dieta sana y equilibrada rica en alimentos con calcio y vitamina D para mantener los huesos fuertes y evitar la osteoporosis.

Fuente: Sociedad Americana de Podología

Redacción: Irene García

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